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Por un 2022 en que el diálogo racional y la amistad cívica prevalezcan


“La racionalidad se encuentra bajo amenaza” decía el profesor de Harvard, Steven Pinker, en una entrevista en La Tercera. Autor del famoso libro “En defensa de la ilustración” y del reciente lanzamiento “Racionalidad”, nos comparte su mirada de los complejos tiempos que vive la razón.


El profesor Pinker describe que, a pesar de que actualmente poseemos recursos inéditos para el razonamiento, acceso a múltiples fuentes, poder de procesamiento e inteligencia artificial, atravesamos una época de irracionalidad, con un espacio público lleno de fake news, teorías conspirativas y una incapacidad de poder conversar en forma racional entre distintos grupos.


Steven Pinker menciona que dentro de las universidades existen movimientos como el postmodernismo y la teoría crítica que están de moda y "sostienen que la razón, la verdad y la objetividad son constructos sociales que justifican el privilegio de los grupos dominantes". En las aulas, con frecuencia se repiten ciertas ideas como verdades indiscutibles y con fuertes sanciones a quienes intenten cuestionarlas. Las falacias se cultivan con entusiasmo.


Según Pinker, al menos dos ideas permiten explicar o entender la falta de racionalidad:


1. Una fuente de irracionalidad serían los temores sociales que suelen provocar una reacción desproporcionada por parte de la población. Un ejemplo que menciona y que ocasionó un gran revuelo nacional y terminó ilustrando con claridad el punto que intenta resaltar, fue el asesinato de George Floyd. Este caso, que fue declarado asesinato en segundo grado (no hubo premeditación), pero se “leyó” como un ataque contra un miembro de un colectivo, produjo una violencia nacional y destrozos inusitados. Esta idea por parte de Pinker le valió una funa mayor en las redes, y desató una fuerte presión por parte de académicos y medios de comunicación exigiendo la expulsión del profesor por su postura “racista”. Se establece la idea narrativa de víctimas, es decir un relato cuyo objetivo no es la exactitud, sino la solidaridad con la “víctima”. Desde un punto de vista cognitivo, pasamos de ideas que pueden ser verdaderas o falsas a expresiones de la identidad moral y cultural de una persona. Es decir, no importa tanto la solidez de los argumentos sino la validez moral (juzgada por otros) de quien emite el argumento.


2. La racionalidad requiere que distingamos “lo que es verdadero, de lo que queremos que sea verdadero”. Sin embargo, el ser humano tiene un sesgo cognitivo con una tendencia a construir mitos, supersticiones y creencias en teorías de conspiración. Las personas buscan argumentos “racionales” que confirmen sus creencias y los proteja de aquellos que podrían contradecirlas. Ya David Hume nos decía algo similar con la idea de que cada ser humano está gobernado por un elefante (emociones y creencias) y un jinete (razón), pero donde el jinete solo intenta justificar “racionalmente” lo que hace y decide hacer el elefante.

El problema que conlleva para la sociedad la pérdida de racionalidad es que la comunidad no se construye sobre la posverdad, sino sobre la “verdad” de cada grupo, la verdad de mi lado.


En esta misma línea argumental, el rector Carlos Peña, en su libro "Ideas Periódicas", plantea que el diálogo racional se ha hecho cada vez más escaso. Hoy nos dice el intelectual “esgrimir razones en un espacio público se hace cada vez más difícil”, y esto deteriora las bases mismas de la democracia que descansa sobre el diálogo racional. El mismo rector fue objeto de funas durante el estallido social por parte de los estudiantes universitarios exigiendo su renuncia por sus posturas “fascistas, machistas y sexistas”. Es decir, aquellos jóvenes, en vez de cuestionar las ideas del rector, buscaban denigrar a la persona con ataques personales y dejaron de comportarse como agentes racionales. Esto, debido a que la autoridad mencionada fue una de las pocas voces que cuestionó la interpretación dominante de tantos intelectuales, rectores y comunicadores sociales sobre las causas del estallido social en Chile. Incluso, un grupo importante de académicos de la misma casa de estudios manifestó su preocupación por las ideas del rector al “devaluar la opinión de los jóvenes como agentes políticos racionales”.


Según el rector Peña, la mayor amenaza actualmente en Chile es el discurso de identidades. "Si todo lo que pienso y digo obedece exclusivamente a mi identidad, entonces el diálogo racional no es posible". Esta “ideología identitaria” ha contagiado desgraciadamente a muchos de nuestros profesores e intelectuales.


Finalmente, en el conversatorio de ChileSuma con el constituyente Patricio Fernández, este manifestó estar de acuerdo con el intelectual y profesor Carlos Peña en que el mayor riesgo es el discurso de identidades, tan presente en la discusión al interior de la convención constituyente. En palabras del analista político, “es un hecho el problema del discurso identitario al interior de la convención, pero tenemos que ser capaces de trabajar y llegar racionalmente a una buena constitución para Chile”.


Esperemos que con el esfuerzo racional de él y tantos otros, Chile logre escribir una mejor constitución para todos.



Referencias:

La Tercera, “Ideas Periódicas” de Carlos Peña (Capitulo “Las nuevas amenazas al dialogo racional”) y Conversatorio Orrego y Fernández en ChileSuma.

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